Hace ahora (en 2020) 40 años (1980) que pasó la fiebre franquista (1940).
Cumpliendo la permanente comanda del tiempo fluctuante, 40 años de autoritarismo militar han sido seguidos de 40 años de neoliberalismo descarnado. Quizá toca analizar desapasionadamente los logros y vicios de uno y otro período e intentar hacer un balance dialéctico que nos permita aprovechar lo mejor de ambos mundos.
Por un lado las virtudes del orden cotidiano. Aunque dudo que la rutina militar sea la más adecuada para establecer ese orden.
Por otro lado las virtudes de la libertad. Aunque dudo que el capitalismo salvaje sea la mejor herramienta para asegurar esa libertad.
Es claro que a todos nos gusta vivir bien. Como lo es que no sirve vivir bien a costa de la esclavitud ajena. Sería tiempo de abordar seria y críticamente la descolonización integral del planeta (Ceuta, sea de quien sea, está en África, aunque hace no mucho África empezase en los Pirineos), con un reconocimiento claro y explícito de todos los pueblos conocidos. Y de todas las autonomías que deseen ser autónomas.