¿Racista yo?
¡no tengo nada contra esos asquerosos extranjeros!
Vivo en una casa donde aún se cocina con fuego. Salgo a la calle y me dicen “hueles a gitano”.
Y entonces me doy cuenta de lo racistas que somos. Oler a gitano y vivir como un gitano fueron tópicos de los de toda la vida. No muy graves, teniendo en cuenta que en mi pueblo, Ponferrada, cada semana santa se sale al mediodía a “matar judíos” (beber limonada), una expresión que sigue viva a pesar de estar en el siglo XXI.
Pero no, no somos racistas. Otros lo son más, decimos con toda naturalidad, mientras con otro vaso de limonada matamos otro judío en justa venganza por la muerte de cristo, crimen asignado sin pruebas pero que sigue tranquilizando malas conciencias.
No somos racistas ni con los judíos, a quien sólo matamos de forma simbólica (que no se quejen), ni con los gitanos, que curiosamente vivían principalmente en el barrio de los judíos y dejábamos vivir tranquilamente en chabolas, no los expulsábamos como sería de justicia.
Y luego oigo decir a Feijóo que los cristianos no matamos, como los moros, cuando el crimen del párroco de Canarias, que ha resultado ser el crimen de un esquizofrénico. Y es que ardo de rabia.
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