ventalergia

Yo es que soy ventalérgico (la venta me produce sarpullido). Soy de la idea de que el buen paño en el arca se vende. Ocúpate de hacer un buen producto, que él sólo se venderá. Y si no es bueno, sé honesto y retíralo del mercado.

Más sobre ventalergia https://www.librosdeleer.es/mas-de-ventalergia/

Hacer un buen producto implica tres fase: plan, desarrollo y revisión. Cada paso, cada etapa, cada mail, cada mensaje.

Escribo un mensaje, consciente o inconscientemente ordeno los tres elementos de cada frase: sujeto, verbo y predicado. Encadeno frases que terminan configurando el objeto del mensaje. Y una vez terminado, y antes de pinchar “enviar”, me paro a releerlo con ojos de receptor, como si no supiese lo que va a decir. Recordando la importancia, a veces esencial, de una coma o un acento. No es lo mismo enviarle un mail a Mónica que a Monica (mona pequeñica).

No es cuestión de purismo ortográfico, es cuestión de respeto por el receptor. Si no puntúo bien le obligo al receptor a desentrañar lo que quiero decir, con lo que me acerco al riesgo de que no se quiera tomar el esfuerzo y pase de intentar entenderme.

El objeto de la comunicación (la palabra lo dice) es poner en común algo. Ese «algo» (que se materializa en el concepto de «mensaje») tiene que ser legible para que se establezca la corriente que conecta «emisor» con «receptor».

En tiempos como el nuestro, de exceso de ruido, conviene cuidar especialmente la grafía del texto para hacerlo, justamente (con justicia), lo más legible posible.

A no ser, claro, que lo que estemos buscando es que no se nos entienda fuera del grupo al que dirigimos el mensaje, que entonces no estamos escribiendo texto, sino código oscuro.

Quizá se me reproche que escribo críptico. Debo recordar que el proceso comunicativo consta de esas dos patas: emisor y receptor. Como emisor me ocupo de ser legible. Si el receptor se cierra en banda (por aquí me entra, por aqui me sale), de nada sirven los esfuerzos emisores, la comunicación no se dará.

Viceversa, si el receptor está receptivo, incluso con faltas de ortografía la comunicación se dará.

Temazo. Pensaba promover un debate sobre las ventas, pero desisto de momento (1-7-23)

El planteamiento sería:

Ando preocupado por la sobredosis de vendedores que nos asola.
Sigo a varios emprendedores y me asaltan muchas dudas.
¿Estaré obsesionado con mis alergias?
Te propongo un debate: ¿es la venta en sí, mala o buena?
Más allá de que sea necesaria (y por tanto pierde sentido plantear su bondad o maldad), no termino de ver que la venta sea, como dice Isra Bravo, igual a la vida.
Por un lado está el planteamiento que hago en ventalergia.
Y por otro el mail que me envía Pablo Segura:


Amancio Delgado, es un suscriptor que me escribe a menudo. En sus preguntas y en sus respuestas se le nota que está muy leído, mucho más leído yo. Y también se le nota en un blog que tiene, que se llama librosdeleer·es
El caso es que ayer me preguntó esto:
«…Pablo, dices: «Da igual lo que hagas en la vida, tienes que venderlo» Dice Arnold.» Y me generas dudas. ¿Qué pasa con ese bonito y tradicional dicho que a mí tanto me gusta y que dice «el buen paño en el arca se vende»?.»
Eso venía a cuento del email de ayer, y me parece una maravilla. Tanto, que he decidido contestar a Amancio con un email para todos.
Lo que hace buenos los refranes es tanto lo que dicen como lo que no dicen. Porque, juntando lo uno con lo otro, es como se dicen cosas sin decirlas. Decir sin decir, eso es muy bueno para la persuasión.
Es muy persuasivo porque, cuando tú dices algo sin decirlo, quien te escucha, tiene que poner lo que falta. Y eso es suyo, no tuyo, lo pone él o ella o ll.
Por eso es tan persuasivo, porque lo que tú no dices ha salido de dentro. Y entonces puedes verlo, ves lo de dentro.
Entonces lo que dice el refrán es «El buen paño en el arca se vende». Podría pasar que, a Amancio le da bajona. Y entonces piensa, que si en el arca se vende, no hay que hacer nada, no hay que vender.
O más también, podría ser que, a quien le pasa eso, es a mí.
Pero no, no dice eso el refrán. No dice qué no se hace, dice qué sí se hace, y además dice cómo se hace.
Fíjate: En el refrán hay un solo verbo, «se vende» pone. Y te dice cómo tienes que hacerlo.
O sea, que el buen paño también se vende. Porque, como dice el tito Arnold: «Da igual lo que hagas en la vida, tienes que venderlo».
Y leyendo el libro que voy a sacar y olvidándolo después, manejarás, sin ni siquiera proponértelo, un montón de formas de hacerlo. Formas dentro del arca y fuera también.

Pablo

mail recibido el 27-6-2023

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