Ahondando en la ventalergia.
El mismo concepto de embudo de ventas me rechina. Me recuerda las artimañas que los bodegueros empleaban con los peregrinos del Camino de Santiago para desviarles hacia su cueva.
Me gusta la noción romántica del artesano que lleva sus productos al mercado, los expone y vende lo que buenamente puede. Agarrar al primero que pasa para embaucarle hacia su producto desvirtúa la calidad de la venta y la calidad del producto. Si termino vendiendo algo porque el cliente ha decidido darme la razón como a los locos y a los niños, para que calle, ni va a disfrutar del producto ni le va a sacar partido, impidiendo con ello que otro lo pueda disfrutar.
Sí, el vendedor ha conseguido su objetivo, pero como lo habría conseguido un algoritmo, venciendo pero sin convencer. Y ya hemos visto las consecuencias de esas victorias.
(En la categoría “no leer” incluyo opiniones sobre cosas que no me interesan pero por alguna razón decido dejar constancia. En este caso es una opinión política que no le interesa a nadie pero me siento obligado a aclarar)