IA, inteligencia artificial

La IA es imposible.

Para que pudiese ser, el hombre tendría que ser inteligente; y no lo es.

Sólo hay que analizar con un mínimo de coherencia autocrítica el desarrollo de la historia.

A la IA le sobra la “A” de “artificial”. Yo me conformaría con que la informática sirviese para desarrollar la inteligencia en la raza humana. Mientras no dispongamos de inteligencia difícilmente vamos a poder desarrollar IA.

(pág. 4 de «El Mail, el soporte de las Tablet«)

No es discutible. Samuel Gil lo aclara en Los Centauros.

Un símil de la IA podría ser el cinematógrafo. Las primeras visiones de cine incitaban a la gente a salir de la sala cuando una estampida de búfalos se dirigía hacia la cámara. Las aplicaciones de la IA podrá llevar al manejo de holografías en el espacio urbano, que perderán su componente mágica en cuanto se extienda su comprensión, como el cine.

No estaremos para verlo, pero me cuesta poco pensar que dentro de un siglo veremos la IA como hoy vemos el cine, una forma de hacer que nos ha cambiado la vida pasito a paso sin darnos cuenta. Y no pasará de ahí.

El cine nació con los hermanos Lumière a fines del XIX. No habló hasta 1927. La tv lo expandió a partir de 1960. En España, en 1970, disponer en la tv gratuita de «una película a la semana» resultaba admirable. En 1990 con la aprobación de las televisiones privadas, disponíamos de más de una película diaria y desde mediados de la década, había canales temáticos emitiendo cine las 24 horas del día. Con los canales de internet hay más películas disponibles de las que podría ver un individuo dedicado a ver cine toda su vida. No nos asombra, pero es una desmedida.

Más sobre IA en https://www.librosdeleer.es/ay-ia-ia-ahi-esta-es-lo-que-hay/

Un argumento más, espero que el último, contra la IA.

Edu Rubianes resalta el valor de la IA como herramienta que no impedirá que el sello personal de lo que hagamos siempre será gracias a que seamos capaces de diferenciarnos del resto de forma personal y única.


Seguro que habrá quien replique que una buena IA será la que sea capaz de responder convenientemente a la cuestión “cópiame a Fulano sin que se note que es copia”.


Todos llevamos a Alicia en el país de la Maravillas grabado en los genes. Sabemos de la fuerza de la fantasía a través de la factoría Disney. Y precisamente por eso es especialmente importante que en estos tiempos de fantasía aprendamos a diferenciar “fantasía” de los “pies en el suelo”.


Pero entonces entramos en la discusión bizantina del optimista versus pesimista: yo creo que la IA no me va a solucionar los problemas auténticos, serios; y yo creo que sí que la IA podrá con todo. Cuestión de creencia. El huevo y la gallina. La creencia es libre y el miedo también. La certeza es más trabajosa pero más firme. Fin de la discusión.

Como en todas las discusiones bizantinas, el tiempo tiene la palabra. Somos hijos de nuestro tiempo, lo que no se solvente en el mismo queda fuera de nuestro alcance.

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