Caen las peras. Hay que recogerlas y procesarlas porque son muchas y se conservan poco. Es una gran colleita. Llevará tiempo.
El 23J también ha sido una gran colleita. Estaba cantado, aunque en sentido inverso, que iba a ser una jornada histórica. Era imposible que la intensa sensación de que el pueblo no es mayoritariamente tonto estuviese equivocada. Sin embargo las primeras noticias confirmaban el desastre. Fueron dos horas de ir haciendo balance para empezar a pensar por dónde recortar, a qué renunciar, en un panorama de desierto cultural y tragar sapos y culebras a diario de mentiras y manipulaciones.
Al final, tal parece que la justicia divina, histórica o llámale x, funciona. No hay mal que cien años dure y todo pasa. El tiempo todo lo cura (aunque todo lo mate, es su naturaleza).
Inauguramos Era, siglo, milenio y el futuro se vuelve a abrir incierto (es lo suyo) y vacío, para llenarlo con lo que mejor se nos ocurra.
Bienvenido/a a los nuevos tiempos, que he decidido bautizar como “Semana de la Victoria”.
Porque creo que el 23J va a pasar a ser la próxima fiesta nacional: una semana de festejos para celebrar la vuelta definitiva a la normalidad después del covid. Victoria cívica, la primera de la historia; hasta ahora todas las Victorias conocidas eran militares. Ese mismo carácter cívico es significativo de los nuevos tiempos.
Ahora toca seguir trabajando para acabar con las guerras y con el anonimato. La transparencia como herramienta.