Por tres veces en mi vida la falta de dinero me ha salvado el pellejo. Tres momentos de mi existencia en que la falta de dinero ha impedido que cayera en la drogadicción.
La última el tabaquismo. La conjunción de dos factores, mi falta de dinero y los precios estratosféricos alcanzados por el tabaco gracias a la ambición sin límites de los fabricantes, han conseguido que termine por dejar el tabaco. Un cliente menos para las tabacaleras. Justicia divina que el tiempo se encarga de equilibrar.
Tiempo y trabajo (dinero), dos contrarios que siempre hay que andar equilibrando. Que en el campo se aprende a reequilibrar.
Dinero no hay pero trabajo no falta, es duro.
Pero compensa con algo mejor que el dinero: el tiempo y el espacio. Espacio en el que desarrollar lo que se quiera con tiempo.
El prau crece. Si lo dejas, te come el espacio. Si lo trabajas (siegas) te da el espacio necesario para hacer lo que quieras que el tiempo sobrante te permita.
Sencillo como la mesa de la cocina. Si la limpias, queda disponible para la siguiente tarea. Como el vaso zen, su utilidad está en el vacío que genera para poder rellenar con el líquido que quieras.